Empampado lector:
Usted que habita el desierto de Atacama habrá oído alguna vez historias de empampados. Sí, personas que pierden su rumbo y terminan siendo engullidos impertérritamente por la pampa. Quizás incluso le resuene el apelativo de Empampado Riquelme, un portero de banco que viajaba en el legendario tren Longitudinal Norte desde Calera hasta Iquique y que se extravía en el camino. Quizás también leyó la noticia en el diario local hace quince años, cuando su cuerpo fue encontrado, 43 años después.
Esta anécdota, esta noticia, fue ampliada y trascendida por el desasosegado periodista Francisco Mouat, quien realiza una investigación exploratoria del caso, involucrándose personalmente, como en el mejor periodismo de no-ficción, un Capote en el desierto que no entrevista asesinos sino que recoge testimonios heterogéneos para reconstruir una historia personal, aparentemente mínima, que nos interpela e intranquiliza.
Lo sorprendente de este caso no es el hecho de que un cuerpo se conserve en la salinidad del desierto por décadas, sino las reflexiones, profundamente humanas y trascendentales que surgen al desandar los pasos de Riquelme.
Esta historia habla de la frágil historia de todos nosotros, de esa huella que tozudamente labramos y que termina distorsionándose, difuminándose o probablemente borrándose del todo. Son estos grandes perdedores los que nos conmueven porque nos interpretan en nuestra condición humana, fallida y a veces errante.
Este es también el relato de negaciones y afectividades no resueltas, de luchas internas, representadas en la "ecuación dolorosa" padre e hijo buscándose sin quererse encontrar, sobrepasándose uno en el otro. Este libro ocurre en nosotros, nos queda resonando pues sus páginas son un espejo, que nos hace revisar nuestros vínculos de origen y el camino andado, es una verdadera sinécdoque de la existencia, como un tren que no se detiene y del que más de una vez dan ganas de arrojarse.
María Constanza Castro M.
Académica Escuela
de Periodismo UCN
Máster en Literatura