"Pedro Lemebel: desde la mirada agredida y la resistencia."
Las crónicas urbanas de Pedro Lemebel han ido prendiendo faroles en las zonas oscuras de la realidad chilena desde los años ochenta. Y varios han sido sorprendidos sobre sus páginas sin su disfraz puesto o quedado encandilados. Perfeccionado en el arte de deslegitimar ordenes impuestos, desenmascarar simulacros y hacer ruido en las zonas acalladas, el autor se enuncia a sí mismo como el otro marginal, no dando voz al que carece de ella, sino hablando imparablemente, desde el exceso barroco, desde el derroche articulado y gestual, hasta perder la voz. Su punto de vista es incómodo y agredido por la realidad cotidiana de un país que hace intentos de ocultar, tras una escenificación decorada, las situaciones que el escritor y artista escénico porfía en mostrar, aguándoles a varios el espectáculo y aquella imagen exitosa de la utopía consumista que empieza a forjarse en esos años. En sus textos muestra el revés, las costuras de la cultura popular funcional a esa sociedad en construcción, en cuyos medios masivos la homosexualidad, el travestismo o los infectados por VIH eran vetados como universo simbólico. Por esto Lemebel arroja todos sus significantes a los ojos de los lectores en libros como Loco afán, De perlas y cicatrices o La esquina es mi corazón.
La manera que ha tenido este autor de apropiarse de la lengua rompió con la tradición literaria nacional de entonces, desollando el canon estético e imponiendo otro con brillos, luces, tacos y un discurso que ha sabido leer en el texto de la vida cotidiana los grandes temas de su contexto histórico-social. Desde los bordes organizó junto a Francisco Casas a fines de los ochentas muestras de su disidencia y resistencia activas con el colectivo Las yeguas del apocalipsis. Hoy, llega a nuestra ciudad a cantarnos tozudamente un cancionero, escenificado por su voz extraviada en algún punto del recorrido, quizás en aquella esquina que menciona en sus escritos, como un lugar de la ciudad desde dónde se puede seguir mirando a resguardo, para continuar burlándose a pesar del giro de los acontecimientos, continuar ironizando, humorísticamente, a pesar de todo.
María Constanza Castro M.
Académica Escuela
de Periodismo UCN
Máster en Literatura