El déficit de médicos generales y especialistas es un problema de larga data y afecta sobre todo a las zonas extremas, como la nuestra y a los pacientes del sistema público. En promedio Chile cuenta con un médico por cada 559 habitantes. Mientras que en la zona central la cifra es de uno por 471, en la zona norte la estadística alcanza apenas a un profesional por 837 personas.
Tenemos, entonces, un serio problema no sólo en la cantidad de profesionales, sino también en su distribución geográfica y por la alta concentración en el sistema privado.
En Chile hay 14 especialidades, entre ellas genética clínica, cirugía de tórax, geriatría y cirugía cardiovascular, que ni siquiera tienen a cien médicos certificados. Y los que hay, por supuesto, están elementalmente en Santiago y en las grandes clínicas privadas.
Antofagasta adolece de una oferta adecuada para la cantidad de población en especialidades tan prioritarias como cirugía o la atención a la tercera edad. Debemos considerar que esta realidad se da en un país que vive una situación epidemiológica preocupante con alta prevalencia de enfermedades cardiovasculares y psiquiátricas, un elevado índice de obesidad infantil y de consumo de marihuana en la adolescencia, además de un envejecimiento de la población.
¿Qué hacer frente a este panorama? Lo primero asumir que es un problema multifactorial que no se soluciona con mayor formación de recurso humano. Esa medida por sí sola no resolverá la brecha.
Se requiere establecer políticas públicas que trasciendan los gobiernos y que sean fruto del consenso. Hay que evaluar las áreas en que es necesario mejorar la gestión y aquéllas en que es posible aplicar más tecnología. Es fundamental hacer atractivo el sistema público para los médicos.
Por último, es absolutamente imprescindible invertir en programas de promoción y prevención que permitan que la población mejore sus estilos de vida y con ello disminuya su demanda por atención. El problema de la salud en Chile requiere, por sobre todo, voluntad política y una mirada de largo plazo.