El atentado con bomba ocurrido en el Metro de Santiago y el reciente hallazgo de material explosivo en Antofagasta generan una obvia inquietud en la población; sin embargo, resulta conveniente analizar un poco más los datos antes de aventurar acusaciones que más tarde pueden pesarnos.
Es indudable que son acciones preocupantes. Los hechos acaecidos en Santiago pudieron costarle la vida a más de una persona; o mucho antes, en la seguidilla de atentados incendiarios ejecutados en bancos y otros sitios de alto tránsito de personas. Todo indica que estos ilícitos son cometidos por grupos 'antisistema', generalmente motejados como anarquistas, aunque el concepto no es preciso, ni adecuado.
Pero una de las cosas llamativas del tema es la reacción del gobierno y otras autoridades, especialmente en lo referido a los sucesos sucedidos el viernes en Antofagasta. Presumir tan rápido que se trata de hechos terroristas parece algo aventurado. Sostener ello ante la opinión pública, sin tener los suficientes antecedentes es a lo menos audaz, lo que será más complejo defender ante un tribunal.
Perfectamente podríamos estar en presencia de un grupo de ladrones de cajeros automáticos, delincuentes comunes, u otra cosa, cuestión que es de esperar se devele a la brevedad.
Valen la pena algunas preguntas: ¿Era aconsejable salir tan rápidamente a sostener que se trataba de un hecho de carácter terrorista? ¿Existe conciencia del daño que aseveraciones de este tipo le hacen a la ciudad, a la región y al país? ¿Quién gana con esto?
Durante las horas se escucharon y leyeron declaraciones muy poco meditadas por parte de las máximas autoridades de la zona, casi como si entraran en una espiral de dichos escandalosos, cuyo objetivo a ratos parece calmar la sed de parte de quienes exigen venganza y no justicia.
¿Qué se dirá si luego la grandilocuentes tesis no resultan ciertas? Como suele suceder, el daño ya se provoca y la imagen de una zona pacífica como esta puede resultar muy perjudicada, al punto de no imaginarnos cuánto, con las consecuencias políticas y económicas que ello tiene.