Eikon
César Trabucco
Es la palabra griega desde la cual deriva icono y éste se entiende como el símbolo o la representación de un algo.
El galpón de acopio del Puerto del Estado, administrado con lógica de privados, en Antofagasta ha asumido la condición icónica de la contaminación que históricamente ha azotado a nuestra ciudad y región. Compartimos el hecho de que no sólo el Puerto contamina, en eso somos extraordinariamente versátiles y variados, puesto que tenemos todo tipo de contaminación. Pero se ha transformado, el galpón, en el punto de inflexión para los ciudadanos cansados del eterno peregrinar en busca de salud a partir de actividades altamente lucrativas para algunos y altamente dañinas, de manera democrática, para todos los habitantes de la región.
La ciudad es un espacio donde conviven distintos intereses y distintas vocaciones, qué duda cabe, y la viabilidad de ésta, como sano espacio de convivencia, al igual que entre los hombres, depende de que asumamos que la libertad de uno termina donde empieza la libertad del otro. El artefacto que cautela que esto ocurra cuando surge la controversia es el derecho. Ojo no la justicia. Al derecho, que siempre se escribe desde una perspectiva de poder, le corresponde regular la convivencia en espacios donde surge la controversia.
El dictamen del máximo órgano administrador de justicia en nuestro país lo que ha hecho es dejar en evidencia que llegó el momento de cambiar la letra y el espíritu de las normas que regulan la contaminación si queremos que la ciudad siga siendo un espacio de convivencia y no un espacio de feroz agresión. En esta perspectiva la tarea recae sobre los que dictan las leyes y esto tiene urgencia igual que el tratamiento luego del diagnóstico de cáncer.
El galpón nos ha infringido el punto de inflexión a partir del cual deberían acabarse los proyectos sin licencia social o aquellos mañosamente parcelados en su presentación para minimizar su real impacto. Nuestra libertad, traducido hasta ahora en un débil derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación, le debe pone límites al afán de lucro de actividades que nos agreden.
No podemos, no debemos, subsidiar con nuestra salud las actividades de todo orden que no asumen los límites de su libertad hasta hoy mal expresados en él, muy débil, marco jurídico que ellos mismos han escrito.