Lustrabotas de la Plaza Colón apoyarán en la difusión del arte y la cultura
convenio. Los trabajadores de este oficio entregarán folletos informativos a sus clientes.
Uno de los oficios que ha permanecido por décadas en nuestra ciudad, es el de lustrabotas, un trabajo incólume que pasa de generación en generación y que mantiene a sus clientes fieles desfilando día a día, especialmente en la Plaza Colón de Antofagasta.
Son ocho los trabajadores que desde muy temprano se instalan en el lugar, con sus productos de color café, amarillo, rojo y el tradicional negro, perfectamente ordenados y con paños limpios para todo tipo de clientes.
Su informe impecable de color naranjo, cuidando sus manos para no destruirlas con el paso de los años y con sus zapatos también 'lustrados'. Incluso algunos utilizan químicos propios que no manchan, pero que mantienen bajo siete llaves, por tratarse de un 'secreto profesional'.
Pero ellos no se quedan sólo en el arte de limpiar, sino también ahora se transformaron en promotores de la cultura y las artes, al repartir las diversas carteleras del Teatro Municipal de la Corporación Cultural de Antofagasta, luego de un convenio obtenido con la Agrupación de Lustrabotas.
'Queremos ayudar a que la gente disfrute de su tiempo libre asistiendo al Teatro, lo tenemos al frente así siempre es bueno recordarle a los clientes que un poquito de cultura no le hace daño y menos si es gratuito', aseguró.
Limpiabotas, guías turísticos, comentaristas deportivos y de política, promotores de cultura y las artes e incluso consejeros matrimoniales, éstas y muchas cosas más hacen de este oficio una de los más queridos y que el tiempo no desgasta ni tampoco destruye con el avance de la sociedad, donde siempre los pueden encontrar en la Plaza Colón, para dejar su calzado impecable y con una grata conversación.
Aunque el frío o el calor reine, sus clientes están perfectamente cómodos en una silla alta para ejecutar este ritual, que no dura más de 8 a 10 minutos, leyendo el diario, comentando sobre lo que ocurre en la ciudad e incluso entregando consejos de la vida misma.
Cada uno de los limpiabotas tienen a sus clientes predilectos, que por años los prefieren, en un terreno lleno de hombres, pero que en la actualidad encontramos a la única mujer que en esta profesión lleva más de tres décadas y que la pueden encontrar en el corazón de la capital regional.
Ella es Tamaris Luz Cejas, oriunda de Vallenar y considerada una de las pocas (o quizás la única) que ejerce esta profesión en Chile y que cariñosamente le dicen 'la sopita de pan'.
De entrada aclara que nunca tuvo discriminación por sus pares y que ella le enseñó a su padre a cepillar de manera 'magistral', con quien comparte a unos metros a su lado, el arte de la limpieza.
'Desde los 11 años que hago esto, he recorrido varias ciudades ganando mis moneditas y me gustó este trabajo. Aunque había hecho otras cosas, pero siempre me gustó esto', explica.
Sobre su público, agrega que son de 4 a 5 clientes al día, la mayoría de ejecutivos de bancos y también personas de la tercera edad que mantienen su rutina diaria y semanal junto a ella.
¿Y el betún de calzado? 'Los compro en lugares establecidos y de manera mensual, gasto más o menos 15 mil pesos mensuales y hartas latitas de todos colores, pero siempre manteniendo la limpieza en mi entorno, no tiene gracia tener todo sucio, sino mis clientes se van', asegura Tamaris.
El precio no cambia, de $700 por un calzado normal a $1.000 para botas, tanto de hombres como para mujeres.
Sobre los clientes que la prefieren, los hombres son los que confían más en ellos. 'Las mujeres no vienen mucho, porque siempre andan con vestidos, por lo que es difícil lustrar sus botas, ya que se mueven mucho para intentar tapar sus piernas, al igual que los niños que son muy inquietos. Los papás los traen para recordar su infancia y para que conozcan de esta profesión que ocuparon sus abuelos y padres'.