Sabella y Martí
Cada año, recordamos a Andrés Sabella al llegar agosto. Lo releemos, encontrando nuevas luces sobre su obra.
Al reflexionar acerca de su sensibilidad social, vemos puntos de encuentro con otro de nuestros grandes poetas hispanoamericanos: José Martí.
En la obra de estos dos hombres sensibles y consecuentes, se observa su compromiso al denunciar la desigualdad social, sin caer en lo panfletario y sin perder esperanza. José Martí, en
Los zapatitos de rosa, dice que el mar está triste y lo muestra como elemento de protesta. Andrés Sabella se pregunta ¡Cómo pudiera hacer con este cielo blanco, camisas para los niños pobres!
Coinciden además en la falta de canto apasionado a la mujer amada, algo tan característico entre poetas.
José Martí se muestra decepcionado del amor de mujer. Con una especie de amargor respecto de la unión de pareja. No obstante cuando recuerda a su hijo y los instantes compartidos con él, expresa ternura y pasión: 'ebrio él de gozo/de gozo yo ebrio', y se encierra en un mundo íntimo y excluyente.
En la obra de Sabella se observa el hombre enamorado de la mujer en general. Gentilísimo, galante, disfrutador de la compañía femenina. Por esto, tal vez, en su poesía es difícil que personalice. Poemas dedicados a su hija, a su compañera, a su ahijado, no necesariamente evidencian pasión personal.
Por otra parte, aunque Andrés no presente a la mujer como objeto de pasión en su poesía, sí la muestra como vía transmisora de amor universal. En el diálogo de del Hijo y la Madre, ella es naranja, luz, sol, vida... En la Parábola en la Sombra, la leprosa es un pretexto para mostrar el esplendor de la caridad de su Cristo, único enamorado absoluto de la humanidad, y cuyo brillo de gloria emerge de la pus de podredumbre del cuerpo de la niña.
La mujer, entonces, como sujeto poético, está engrandecida, dignificada, pero es menos protagonista que representante de esta Humanidad que, para Andrés Sabella es, sufriente y dolida, amante y amada.
Linterna