Algunas tormentas perfectas se producen cuando un conjunto de variables, después de un previsible desarrollo y un curso conocido, coinciden en su despliegue esperado, con un evento puntual que torna ese momento en catástrofe puesto que hace coincidir, en un solo punto, variables complejas que podrían haber continuado su camino, por mucho tiempo, sin traducirse en una tormenta perfecta.
El Creo es un artefacto administrativo y político que tratando de incursionar en el ámbito de la planificación urbana busca sentar en la mesa a los actores públicos y privados intentando que dialoguen en torno a materias de bien común.
Caminar hacia una ciudad que tenga un proyecto, compartido y consensuado, hacia donde ir es un objetivo loable. Pero este objetivo debe sortear varias variables en desarrollo.
La primera, distinguir los intereses públicos de los privados y establecer, cuando se trata de hacer ciudad, la prevalencia de lo público por sobre lo privado de otra manera se transforma en el directorio de un campamento que toma decisiones para su mejor operación desde una lógica privada.
Segundo, lo hemos señalado insistentemente, las decisiones en torno a la ciudad deben ser decididas por organismos que estén dotados de las atribuciones para ello en función de las legitimidades que les otorga la institucionalidad vigente. Por tanto las 'propuestas' del Creo deben ser, a lo menos, abordadas en el Concejo Municipal y el Core.
Una tercera variable es hacernos cargo de que ni el municipio ni los ministerios asociados a la temática cuentan con los cuadros técnicos adecuados como para poder prescindir de iniciativas como el Creo, llegado el momento de pensar ciudad, puesto que la política de jibarizacion del estado acá muestra una feroz faceta.
Estos tres aspectos confluyeron en el hecho puntual de la asesoría al puerto de Antofagasta, dibujando la tormenta que conocemos y que pone en entredicho al Creo a partir del desarrollo de las variables antes señaladas.
Obviamente la forma de salvar en medio de esta tormenta es confiar en las habilidades del capitán, el intendente, y además contar con que todos los tripulantes de la nave pondrán sus legítimos intereses en segundo lugar con tal de salvar la nave que nos puede llevar a puerto. Obviamente a uno que no contamine.