La interpelación desde Antofagasta
La interpelación al ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, vista desde regiones, como es nuestro caso, resulta sorprendente en relación con las preguntas y respuestas ofrecidas.
Santiago- Valparaíso, las ciudades donde se teje el poder, parecen sorprendentemente lejanas para nosotros cuando se trata de pugnas ideológicas entre las dos principales coaliciones políticas del país.
Ante un mismo fenómeno, las preguntas y las respuestas resultan tan previsibles que de las pocas conclusiones que pueden hacerse, sólo se obtiene que el objetivo es apenas destruir la vereda del frente.
Como sabemos, Peñailillo fue interpelado por el conflicto vivido en La Araucanía y que suma a dos regiones. Encargado del proceso fue el diputado José Manuel Edwards.
Este último se reconoció 'muy frustrado', al sostener que el secretario de Estado no respondió a sus preguntas, sino que 'vino a hablar de cualquier cosa, sin ninguna relación con la pregunta que se le hacía'.
Al frente, el vicepresidente precisó: 'Por la vía de su gobierno (aludiendo al exPresidente Sebastián Piñera) aumentó en un 67% la violencia en la región, no resultó, fue un rotundo fracaso'.
Resulta evidente que el proceso tuvo como fondo el desempeño del gobierno regional en manos del intendente Francisco Huenchumilla, quien ha sido cuestionado y respaldado por sus declaraciones y acciones desde que está en el cargo.
Pero sin entrar en el fondo del asunto -por lo demás imposible hacerlo a 2.300 kilómetros de distancia- resulta preocupante la incapacidad para buscar soluciones a un problema grave para Chile y mucho más para la zona más pobre y complicada. Lo repetimos: a la distancia de vivir en provincia, resulta increíble el esfuerzo de estas acciones que, en el fondo sólo terminan destruyendo, más que mejorando.
¿Dónde están los hombres de Estado? ¿Dónde está la responsabilidad de lo público?
Muy lamentablemente, para lo de ayer sobran esfuerzos, pero nunca están disponibles para los temas grandes. El tiempo se pierde en Chile de manera absurda y a ratos, de forma patética.