Cada año nos vemos enfrentados al debate sobre cuál debería ser el valor del sueldo mínimo. Por un lado, vemos que los trabajadores solicitan aumentos con el objeto de mejorar el poder adquisitivo de las familias más vulnerables y, por otro, la mesura del gobierno y las empresas. Un debate con argumentos válidos en ambas posturas.
En sus orígenes, el sueldo o ingreso mínimo mensual tuvo por finalidad fijar un piso mínimo de compensación para los trabajadores menos especializados. Con ello, se apuntaba a garantizarles que pudieran cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias. El 'sueldo vital' nació en Chile en febrero de 1937 con la Ley N°6.020 y en su artículo 1 señala que 'se entenderá por sueldo vital, para los efectos de esta ley, el necesario para satisfacer las necesidades indispensables para la vida del empleado, alimentación, vestuario y habitación; y también las que requiera su integral subsistencia'.
Hoy, asumiendo que los hogares más vulnerables acceden a los servicios de salud y educación gratuitos que entrega el Estado, les resta cubrir a lo menos las necesidades de alimentación, vestuario, vivienda y transporte. Y es aquí donde se observa que con el ingreso mínimo actual difícilmente se alcanza a cubrir tan sólo las necesidades de alimentación, puesto que el valor per cápita de la CBA (Canasta Básica de Alimentos) para mayo de 2014, dada a conocer por el Observatorio Social de Ministerio de Desarrollo Social, alcanza a los $40.545. Por tanto, una familia con 4 personas consume sólo en alimentación $162 mil mensuales, casi agotando con ello el valor líquido que significa en una familia recibir el ingreso mínimo mensual, si es que sólo trabaja una persona, y dejando de lado los otros gastos como costear la vivienda, vestuario y el transporte hacia el lugar de trabajo o establecimiento educacional en el caso de los hijos.
Ahora bien, este análisis podemos hacerlo con el valor del ingreso mínimo y CBA actual, demostrando que el primero es insuficiente para cubrir tan sólo los requerimientos de alimentación, y lo más probable es que dicha situación se mantenga por muchos años por más.
Por lo tanto, el desafío para estas familias es no depender de si el sueldo mínimo aumentará un 5% o 10%, sino acceder a trabajos mejor remunerados (lo que requiere mayor educación) y/o aumentar la participación laboral por familia de manera de mejorar su calidad de vida.