El teatro, las artes y la educación son el legado de los Rui-Pérez
emprendedores. Francisco, un joven lleno de ilusiones, llegó a Antofagasta para trabajar en el Ferrocarril. Dejó su verde tierra en España para forjar su destino en Chile.
A finales de 1800 llegó a Chile un joven emprendedor, aventurero, que quería cambiar su destino. Francisco Rui-Pérez Vergara llegó al norte para forjar su vida y dejar una orgullosa descendencia.
El apellido viene de la época de los señores feudales y aparece incluso en el Mío Cid Campeador.
Mariluz Rui-Pérez, su nieta, directora de teatro, ligada al mundo de la cultura y las artes, hace un lindo recuerdo familiar.
'Tuve la oportunidad de viajar a España y comencé a recorrer. Allí pude informarme que mi apellido proviene de una zona portuguesa. El apellido viene de la época feudal e incluso tiene un escudo, se trata de gente que tuvo tierras', comentó.
En Chile hay sólo dos familias Rui-Pérez. Una familia está radicada en La Serena y el apellido lo escriben con y griega. Existe casi certeza que de ambas familias provienen del mismo árbol genealógico.
Todo se remonta a finales de 1800 cuando a Antofagasta arribó el joven Francisco. Como era un buscavidas comenzó a trabajar en el Ferrocarril Antofagasta a Bolivia. Era maquinista y tenía la ambición de sacar adelante a su familia.
Se instaló en la calle Iquique y formó su hogar con Sara Cerda Albiña, una viuda que tenía tres hijos pequeños.
La unión permitió que Francisco tuviera una numerosa descendencia. En total tuvo 11 hijos.
Mario Alberto Rui-Pérez Cerda fue el penúltimo de los hijos y el padre de Mariluz. Gracias al esfuerzo de sus padres, pudo recibir una buena educación.
Estudió en el Colegio San Luis y después se dedicó al fútbol. Estuvo en el Club Bellavista, donde ganó gran reputación por su habilidad.
'Hay personas que lo recuerdan con cariño. Incluso hace poco se acercó a mí un señor que me dijo que conoció a mi padre, a quien recordaba como un excelente jugador. Incluso lo comparó con Andrés Iniesta, seleccionado español', confidenció emocionada.
Era conocido por jugar en la cancha Lautaro. Allí fue donde se conoció con el gran amor de su vida, que posteriormente sería su esposa, Ema González Araya.
Pololearon un tiempo y se casaron, formando una sólida familia. Una anécdota, se veían a escondidas porque en ese tiempo los padres eran muy estrictos.
Mario Alberto amaba el fútbol y Ema trabajaba en una panadería. El la esperaba cuando ella salía del trabajo e iba a su casa.
'Mi mamá tenía 19 años cuando se casaron. Al año siguiente nació mi hermana Ema. Ellos eran personas de gran esfuerzo que nos educaron y nos dieron valores y nos enseñaron a valorar las cosas, a poner esfuerzo y responsabilidad en la vida', precisó.
Posteriormente, Mario Rui-Pérez comentó a trabajar en un negocio familiar. Se dedicaron al transporte desde Santiago al norte, y así pudieron sostenerse, abrirse paso.
Mariluz dice que los tiempos de sus abuelos y sus padres fueron difíciles. Eran los años de las crisis económicas, las ollas comunes, revoluciones y protestas sociales.
'Fue una lucha por los derechos, y agradezco mucho a mi madre porque ella pudo situarnos en la línea en la vida. Nos otorgó valores y nos enseñó que todo se logra con esfuerzo', manifestó.
La madre de Mariluz fue una mujer muy inteligente, emprendedora, que desarrolló su vida en el mundo de los negocios. Hoy vive de las rentas y pudo comprarse varias propiedades, porque fue visionaria. Ella tenía negocio de botillería y todo lo compraba al contado, esa fue la clave de su éxito.
Su hermana Ema fue también una alumna destacada ya que estudió Medicina en la Universidad de Chile.
Hoy en día es una profesional de gran trayectoria que tiene una clínica de medicina alternativa, es decir, una mezcla de medicina tradicional con otras influencias.
Cuenta con pacientes con diversas patologías, a quienes poco a poco logra sacar adelante, logrando gran prestigio por sus tratamientos.
Todas esas enseñanzas las pudo replicar en su vida. Esos mismos valores fueron los que Mariluz traspasó a sus tres hijos; Rodolfo (kinesiólogo), César (Licenciado en Historia) y Macarena que estudia Licenciatura en Biología en la UA. El pequeño y regalón de la familia es su nieto Vicente.
A su juicio la educación abre muchas puertas. Actualmente el mundo está tan competitivo, que si no hay preparación, todo se torna más difícil, hay más obstáculos que vencer.
'Como padre uno sólo le puede dejar a sus hijos la formación, la educación y las herramientas para que se abran paso. Hay que enseñarles el valor del sacrificio', añadió.
En lo personal, Mariluz Rui-Pérez trabajó 25 años en Minera Escondida. Estaba a cargo del acceso del personal contratista a las faenas.
Pero su pasión era el teatro. Ingresó a un taller de teatro en la UA (extensión).
'De ese momento nunca más me alejé. Comencé a hacer presentaciones, conocí a Teresa Ramos. Fue pasando el tiempo y así formé la Compañía de Teatro Independiente de Antofagasta. El teatro me da una gran satisfacción, que no es económica, pero me llena, me hace sentir plena', afirmó orgullosa.
Trabaja también en la línea educativa. En la compañía de teatro tienen una obra que se llama 'Cuentos para Conejo', que es para preescolares y menores de hasta cuarto año básico. Allí abordan el tema de la tolerancia. Se trata de un huerto donde las verduras le hacen burla a la papa. Los niños van interactuando e identificándose.
También tienen el proyecto 'Abuelas cuenta Cuentos' que tiene por objetivo formar monitoras que repliquen la experiencia. Todas estas etapas la hacen sentirse agradecida de la vida, y orgullosa de sus orígenes. Orgullosa de los logros que tuvo el abuelo, que dejó su tierra para forjar su destino en Chile.