"Es prematuro hablar de la muerte del "súper ciclo" y nos sitúa en un escenario favorable".
Hace más de 200 años, le preguntaron a Napoleón qué pensaba de China. El emperador francés respondió: "Allí duerme un gigante. Dejémoslo que duerma, porque cuando despierte se moverá el mundo entero".
Y así efectivamente ocurrió. El 2004 la megapotencia, con sus 1.300 millones de habitantes, inició el despegue de su crecimiento, demandando millones de toneladas de cobre que redujeron bruscamente los inventarios en las bolsas de metales, disparando el precio a niveles históricos por encima de los US$3 la libra.
Hoy, 10 años después, inmersos todavía en el llamado "súper ciclo" del metal rojo, China nuevamente hace temblar al mundo. La acelerada actividad económica del dragón pierde fuerza ante la serie de medidas que está tomando su gobierno generando con ello volatilidad en el precio y especulaciones sobre la tendencia que seguirá el commodity.
Por lo pronto, la proyección para el 2014 -según Cochilco- es de un precio promedio de US$3,05 la libra de cobre, lo que nos indica que es prematuro hablar de la muerte del "súper ciclo" y nos sitúa en un escenario favorable para continuar el crecimiento observado en nuestra economía regional durante la última década.
Es en este momento cuando debemos poner énfasis en consensuar una mirada de futuro. Y la innovación es, sin duda, donde tenemos que fijar el horizonte. Y si bien es sabido que la innovación es la clave para alcanzar mayores niveles de prosperidad económica, también es evidente que nuestra situación en esta materia todavía se encuentra muy lejana al óptimo. Según reveló la Tercera Encuesta Nacional sobre Gasto y Personal en I+D, el gasto en Investigación y Desarrollo (I+D) como porcentaje del PIB para el año 2012 a nivel nacional fue del 0,35% muy distante del 2,4% en el que se encuentra la media de la OCDE.
Entonces, aprovechar este "súper ciclo" todavía dominante, para invertir en innovación, en ciencia y en tecnología, es sin duda el más ambicioso proyecto que nuestra Región, como capital minera puede abrazar. Un proyecto que no sólo generará sostenibilidad en el crecimiento económico y atraerá definitivamente el escurridizo desarrollo, sino que además hará nuevamente temblar al mundo, eso sí ahora desde Antofagasta.