La crítica fácil, infundada, avalada en la masa o lo políticamente correcto es una costumbre que siempre ha tenido éxito en nuestro país.
Hay que incentivar el debate con altura, con carácter propositivo y fundamento, para desterrar esa mala costumbre de criticar todo por el simple hecho de hacerlo. Eso puede ser un peligroso ejercicio.
Muchos chilenos y antofagastinos andan con la epidermis sensible ante ciertos temas. La capacidad crítica se confunde con la poca tolerancia para dialogar sobre asuntos de actualidad.
Algunos piensan tener la autoridad para imponer sus fundamentos, otros repiten como grabadoras discursos de líderes políticos y el resto despotrica contra todo el mundo por el simple hecho de hacerlo.
Esto no está muy lejos de lo que pasa en la política a nivel macro y micro, donde muchas veces lo bueno y malo depende del color partidista con que se mire, la mayoría de las veces con un claro tinte oportunista y de conseguir el cariño de las masas.
A nivel ciudadano, una simple opinión puede transformarse en una verdadera punta de lanza si no está en sintonía con lo del momento. No se respeta la opinión informada y con sustento, sino de quien habla más fuerte y rápido.
En el caso local, una de las cosas que más se repite es que Antofagasta nes una urbe fea, cochina, aburrida, con ciudadanos apáticos y otros conceptos negativos. Todos disparan y pocos proponen algo para tener una mejor capital minera donde hay personas orgullosas de vivir en esta tierra.
Sí, la intolerancia es una peligrosa compañera y de eso sabemos los chilenos. Muchas veces caemos en discursos pirotécnicos, pero carentes de sustancia propositiva. Los políticos conocen bien de estas turbulencias en el camino.
Hay que incentivar el debate con altura, con carácter propositivo y fundamento, para desterrar esa mala costumbre de criticar todo por el simple hecho de hacerlo. Eso puede ser un peligroso ejercicio neuronal y atenta contra las libertades individuales.
La crítica no puede caer en el relativismo y las modas del momento, donde la mayoría descarga su artillería a través de las redes sociales como Twitter o Facebook, pensamientos que muchas veces tienen en el cara a cara asombrosas transformaciones.
Escuchemos, conversemos, hablemos y compartamos puntos de vista, ésa la esencia del saber escuchar y aprender, una fórmula que por estos días está en retirada.