Mejorar controles nocturnos en calles
Los problemas se enfrentan en distintos puntos de la ciudad y no sólo con el comercio sexual, sino con pubs, peleas y desórdenes, en especial los fines de semana.
La prostitución no es ilegal en Chile y uno de los principales problemas es apreciarlo casi exclusivamente como un mero intercambio comercial, con los efectos que eso tiene.
Los vecinos de diversos sectores de nuestra ciudad han dado a conocer el problema que representa la prostitución callejera de mujeres y travestis, en especial en el centro de Antofagasta.
Los residentes han señalado que esas actividades se realizan en forma explícita en las noches, cuando también se generan desmanes. Las normativas se transforman en letra muerta cuando no son acompañadas de una fiscalización persistente.
La prostitución callejera es un tema antiguo, pero desencadena protestas de los habitantes de algunos barrios, en la medida en que se crean condiciones para su desarrollo. En muchos casos, ésta florece al amparo de la oscuridad o de la iluminación deficiente, de la existencia de sitios eriazos sin cierres, o de la falta o insuficiencia de vigilancia policial, entre otros factores.
Es un tema ciudadano porque en torno a esta actividad opera también la delincuencia y la droga. Como resultado, los vecinos ven que se va perdiendo la calidad de vida, ya suficientemente deteriorada por la inseguridad y la violencia.
El comercio sexual estuvo regulado en Chile desde septiembre de 1983, cuando operó el decreto 362 del Ministerio de Salud, que reglamentaba las enfermedades de transmisión sexual y que facultaba a las policías para detener a las personas que ejercían esa actividad en las calles, entonces considerada ilegal.
Sin embargo, la apertura en el tema sexual llevó a que el 27 de mayo de 2007 se derogara ese reglamento, por lo que hoy la prostitución es una actividad lícita y sólo está prohibida cuando la ejercen menores de edad. El control policial que se hace no tiene que ver con la prostitución en sí, sino con las consecuencias de ello, como es el consumo de alcohol y drogas en la calle, la alteración del orden público o la delincuencia.
A la vez, hay un problema de seguridad, que debería motivar a las autoridades a abordarlo, de manera que se recuperen los espacios públicos que se han perdido o que están deteriorados por la prostitución callejera.