Empecemos ahora
Sergio Gaytán M
Frente a los continuos remezones, nuestro comportamiento ha sido el de peatones disciplinados, calmados, observadores, obstinados con nuestro modesto celular, aquel que no recibió las monótonas, repetitivas y castizas instrucciones.
¿Acaso no habrá una voz nacional?; tratando infructuoso de comunicar a los otros nuestra situación; sin embargo, qué esperamos para sancionar a los cientos de automovilistas que no respetaron el código de los colores del semáforo, que no tuvieron ninguna contemplación con las personas ni menos con la velocidad o de aquellos sueltos de cuerpo, al igual que los profesionales del volante, que no se cruzan el cinturón y no trepidaron en lanzarse contra el tránsito.
Unos y otros, energúmenos totales, en sus corazas metálicas incluso con papeles vencidos. Total, la multa diaria no supera los 170 pesos.
Es hora de que empecemos la reingeniería de la ciudad. Tanto por desbrozar, sacar, extirpar e incluso, miles de millones por ahorrar.
Erradiquemos el edificio gubernamental de su actual lugar; no es época de privilegios centralistas, convirtamos la añosa plaza en una gran área verde, un pulmón oxigenante, demos vida al nuevo siglo, por cientos de años contaminado y contaminante.
No permitamos, desde hoy, que se construya el hospital donde está planificado, a escasos metros del mar y con una polución que generan cientos de buses de un terminal que no se detiene ni se detendrá; dejemos de seguir despilfarrando dineros en un muelle, el Muelle del Ferrocarril, que de histórico nunca tuvo nada y que igual se lo va a llevar el fenómeno del mar, al igual que la mole azul y antiestética.
Párrafo aparte merecen los abusos. Los colectiveros volvieron a hacer el pinito. A los escasos minutos el pasaje se había triplicado; demos penas ejemplarizadoras a los especuladores; rediseñemos la ciudad para estos eventos, demarquemos vías exclusivas de subida para peatones y otras para los histéricos del volante, pero empecemos a ahora. Mañana será demasiado tarde.