Germana y Carlos López
Patricia Bennett R.
Cuando conocí a Carlos López sentí que al fin podía entrar en el territorio mágico de los amores infinitos, misteriosos y eternamente leales.
Por mucho tiempo había escuchado sus historias de caballero andante y la descripción de su ondulada figura desplazándose como si la vida empezara cuando él aparecía.
Carlos López era el gato de Germana Fernández, una de esas mujeres que se quedan para siempre en cada uno de los espacios que rondaron, bibliotecaria a cargo de la magia de la Librería Universitaria a partir de los difíciles años 70