Las Ruinas de Huanchaca
Debe reconocerse el excelente rescate de este patrimonio hoy enlazado a un museo bello en su infraestructura y notable en su oferta.
Hoy 7 de enero celebramos cuatro décadas de la declaración de Monumento Histórico Nacional de las Ruinas de Huanchaca. Se trata de una estructura que es símbolo de Antofagasta, una imagen tan potente como La Portada, nuestros cerros o el borde costero.
Las Ruinas de Huanchaca, son el vestigio de una antigua fundición de plata, pero hoy, son una impresionante realidad cultural y turística, viva, un ejemplo de cómo se pueden hacer bien las cosas.
El sitio fue declarado el 7 de enero de 1974 como Monumento Histórico Nacional, según el Decreto Supremo nº 9 del Consejo de Monumentos Nacionales de Chile. Se reconocía el patrimonio del establecimiento industrial Playa Blanca de la Compañía Minera de Huanchaca de Bolivia.
Se trataba de una empresa de intereses bolivianos, chilenos e ingleses, que tenían la propiedad de las minas de plata de Pulacayo, ubicadas a 10 kilómetros al noroeste de Uyuni y Oruro.
Las obras se retrasaron producto de la lenta fabricación de las maquinarias y su valor se sextuplicó. Al final, el establecimiento industrial fue inaugurado en 1892 y entró en funcionamiento el 26 de febrero de 1893, realizando la actividad de amalgamación y refinación de los minerales de plata, recibiendo 200 toneladas diarias de material, lo que producía 3,85 toneladas de plata mensuales. En total se llegó a emplear más de 1.200 trabajadores.
Pero su operación fue breve, debido a la inviabilidad económica y la empresa cesó en 1902 sus actividades, producto de la inestabilidad de los precios de la hierro en el mercado mundial y a que su tecnología fue superada. Además, la mina de Pulacayo sufrió la inundación de su yacimiento, lo que gatilló el remate del patrimonio.
Hoy, quedan las ruinas recuperadas y emplazadas junto a un espectacular y notable museo. Se trata de uno de los mejores entornos del Norte Grande. Hermoso por donde se lo mire, conectado al casino de juegos, respetando sus dimensiones, con espacios enormes.
Larga vida a las Ruinas de Huanchaca.